L’Emília Bellonch i l’Anna Cano, dels cursos d’escriptura que imparteixo a Sant Antoni de Vilamajor i a Cardedeu, han volgut posar l’èmfasi d’aquesta notícia en la possible captació de persones amb pocs recursos econòmics i cap alternativa laboral, tal i com està la feina avui dia.
Als tallers, així de cop i volta, la majoria assegurava que la prostitució s’hauria de legalitzar… A vegades creiem que fent lleis, una darrere l’altra, podrem apedaçar el nostre món desvalgut… un dels motius sobre la taula era que així es tranquil•litzaria les famílies de minusvàlids que no podien gaudir de plaer sexual. Li buscarien una titulada i pagarien el que establís el gremi. És la professió més antiga de la humanitat, deien i, encara que la veiem a peu de carrer, no se’n parla massa. Així deixaríem de veure aquestes noies que s’ofereixen sense cap condició ni higiene per les carreteres… Els governs miren a un altre banda. No volen implicar-s’hi perquè no sigui cas que perdin vots per una de les dues parts: la de l’església o la del món del vici.
Ahir vaig buscar informació i vaig veure un vídeo on una noia prostituta feia difusió del seu ofici com si fos el d’un metge o el d’un mestre. Li agradava el que feia i els guanys que li reportava. Però es veia una noia amb caràcter i segura del camí que havia agafat. Deia que era per poder gaudir dels seus guanys i comprar-se un pis, que era autònoma i pagava els seus impostos com tothom. Crec que trepitja fort i penso que no li tem al fet que es puguin aprofitar d’ella. Ven el seu cos, però calibra els perills que comporta i pren tota mena de mides per no prendre mal. Vaja, com els que fan curses de motos i de cotxes, o els porters de qualsevol esport amb pilotes.
Ara bé, quants proxenetes tindran sota la seva protecció i abusaran de les joves que, per curiositat facin el curs i vulguin endinsar-se en un món fins aquell moment aliè a elles? Apa! un curs de quatre hores i els ànims que, si són bones, podran obtenir molts diners, sense arriscar res… Capital a invertir: elles mateixes. Així de fàcil i de difícil. Comprendran amb tots els ets i uts on es fiquen?
Al començament segur que les seduiran i més si són boniques. Els clients seran escollits a fi d’anar-les introduint en aquets mont de nit, de festa i de luxe. I després… retocs de pit, cul, cara i deixaran, de mica en mica, de ser elles per convertir-se en el que demana el client.
Beuran per alternar, i acabaran fent-ho per oblidar on s’han ficat. El món de les drogues obrirà el seu ventall per anul•lar la voluntat i cauran en picat en un infern d’on els costarà molt de sortir a no ser que tinguin l’ajuda d’algú de l’exterior o toquin fons.
Els únics beneficiats seran les persones que viuen de la prostitució i els seus clients. Clients la majoria depravats que necessiten demostrar el seu poder pagant temps per poder fer amb un altre esser humà el que no farien amb l’home o la dona propis:
He sentit algunes declaracions de prostitutes i algunes són esgarrifoses. Es caguen sobre d’elles i s’hi pixen, les mig ofeguen mentre fan l’acte sexual per tenir més plaer. Els introdueixen droga dins la vagina per fer el coit i mil aberracions que no cal explicar. I després d’un, un altre i un altre. ¿quants clients poden gaudir d’elles durant la nit o el dia. Cinc, deu, vint. Quin és el límit?
No m’agradaria que els meus fills/filles, o nets/netes es veiessin abocats a fer aquet ofici. Perquè siguem clars, senyors, la feina cada cop estarà pitjor en un futur on s’aposta per la robòtica en tots els sectors. ¿què els quedarà a las persones: això?
Aquesta societat –que promou els drets i la dignitat de les persones– dona permís perquè s’obri la primera escola de prostitució. Val la pena, això? Les dones i el homes poden permetre que abusin del seu cos perquè abans han acordat un preu. Els valors que donem és que els beneficis són primer que la dignitat. Oi?
Repeteixo no estic en contra de legalitzar la prostitució. Però no en fem publicitat com si fos un ofici més. Va molt més enllà de ser un ofici. Pot destrossar persones. No són lleis, reglaments ni ordenances el que ens fa falta, és simplement trobar l’espai i el temps on cada vegada més persones es vulguin entretenir aprenent juntes, complagudes de rebre’s, l’una a l’altra, sense anticipar res i sense voler extreure res de l’altre. Compartint generosament la paraula i, tal com dei Sèneca, el més important és no desviar-se a l’hora de buscar el bé i la veritat, ja que els vicis i tot allò superficial ens tempten constantment.
PROSTITUTAS…
Hace unos días cerca de mi barrio abrieron una escuela de prostitución.
Me reí cuando vi la noticia, ahora no me río tanto y creo que si sigo con la misma racha tendré que apuntarme y dejarme de remilgos. No encuentro trabajo por más que me esfuerzo en enviar currículums y de ir personalmente de tienda en tienda pidiendo trabajo. En unos casos me dicen que tengo demasiados estudios, en otros que sí, que tengo un buen currículum, pero no tengo experiencia. Y yo como cojones consigo experiencia si no me dan trabajo.
No puedo vivir a costa de mis padres toda la vida. Son mayores y detrás de mi están mis cuatro hermanos. No puedo ser una carga para ellos.
Además, también me apetece salir y pasármelo bien con los amigos y ahora mismo no lo puedo hacer. Ellos se van de fiesta los fines de semana y eso cuesta un pastón.
Al cabo de un tiempo, seguía en la misma situación, cerraba los ojos y veía el anuncio de la escuela esa. Mi cabeza no hacía más que dar vueltas al asunto. Si, sí, o si, no. Por fin me decidí y me dije a mi misma que el lunes a primerísima hora iría a ver en qué consistía ese curso.
No era virgen, hacía tiempo que deje de serlo. Había tenido sexo con amigos e incluso con desconocidos, pero claro, no era lo mismo que te gustara un chaval que estuviera que rompe, a que te viniera cualquiera tipo joven o viejo y quisiera usar mi cuerpo y me pagara por ello.
Seguro que era para vomitar… pero seguro también, que el cuerpo se adapta a todo.
Me acerqué a la escuela, pero no me atrevía a entrar. Una señora que estaba dentro me vio y salió. Se dirigió hacia mí y con una sonrisa muy amplia en sus labios y una amabilidad desmesurada. Me dijo:
–Hola, Soy Núria. ¿Te puedo ayudar en algo?
– No! ¡Bueno sí! Es que…
–Oh no te preocupes, me imagino que estás nerviosa y tienes dudas sobre el curso. Pero ven entra y hablamos.
Me convenció. Me dijo que si no asistía a la clase nunca sabría si me hubiera gustado o no. Total, eran cuatro horas y era muy poco tiempo el que tendría que invertir si me quería dedicar a ello.
La clase fue magistral, nos enseñó como teníamos que vestir, maquillarnos, hablar, coquetear con el cliente. Como nos teníamos que cuidar para no coger enfermedades, como teníamos que llevar la agenda,
Nos hizo preguntarnos qué tipos de servicios estábamos dispuestas a realizar, porque había infinidad de ellos, a cada cual más inverosímil. Cada uno tenía un precio. Posteriormente nos pasaron un video muy representativo de todo el contenido del curso.
Para finalizar, nos presentaron a un agente. Este se dedicaba a la seguridad de las trabajadoras que estaban a su cargo. Les proporcionaba habitaciones, clientes y seguridad, a cambio de una comisión.
A partir de allí, cambió mi vida.
–Hace días que no te veo cómo te va?
–Bien, mi padre estaba jodido y no he podido trabajar. Ahora voy a ver si recupero algo
–Y tú, cómo han ido los clientes?
–Ayer vino Juan, te buscaba a ti, pero como no estabas se contentó conmigo.
–No me digas… y qué! te dio la vara con lo de su mujer… ¡qué pesado! Siempre cuenta lo mismo. Al pobre no hay quien se la haga subir. Pero se contenta con una mamadita y un poco de conversación. Es un buen tipo. Siempre me da propina.
–Sí, pero mira que es feo el jodido. Se cree que es un gorila, pero gorila…
–Alguien nuevo.
–Si, vino un chaval, me invitó a una copa y después otra y otra. Bebió al menos cinco wiskis. Lo había dejado la novia. Luego quiso subir a la habitación. Yo no las tenía todas. Se puso muy pesado y tuve que pararle los pies. Se piensan que porque pagan tienen derecho a todo y eso no es así. Como no le gustó que no quisiera hacer lo que me pedía me dio una hostia en toda la cara y después me empujó. Caí de lado y me pegué un talegazo que aún me duele. Suerte que pulsé el timbre y Raúl vino al momento y lo paró. Porque si no, no sé qué hubiera pasado. Estaba ebrio y cabreado.
El resto de la noche la pasé como pude. Bajando, haciendo ver que bebía, flirteando con uno y con otro, subiendo, mamándola, abriéndome de piernas, haciendo ver que me excitaba y cada vez estaba más aburrida. Estoy asqueada de todo esto. Si no fuera por el dinero lo dejaba ya.
–Tienes suerte, por lo que me dijiste te queda poco para ahorrar lo que te habías propuesto y dejar esto.
–Si ya tengo ganas. Tú hazme caso y no te metas en drogas ni en tonterías que te puedan perjudicar. Es muy fácil acostumbrarte a la bebida y a las fiestas pero, si no te pones límites, a la vejez no tendrás nada y la vida se te hará muy difícil.
–Esto es para una temporada. Si dura mucho acaba contigo.
–Pues yo no he ahorrado nada. Cada vez tengo que tener más clientes porque se me va el dinero que no puedo. Ahora mismo tengo la regla y voy a trabajar. Me he puesto una esponja dentro para no sangrar. Necesito pasta, mucha pasta. No sé qué hago, pero se me va de las manos y cada día que pasa es peor.
–Chica vigila o no sabrás parar.
–Te dejo, me solicitan.
Emilia Bellonch
Hope
Tiene 14 años y se llama Hope. Su madre le puso así, intentando que de esta forma todo el cosmos enviara esa vibración a la vida de su hija. No la llegará a ver crecer.
Un día le dicen que la van a llevar a Europa. Que allí ya trabajará en un bar o si tiene suerte de modelo, hay muchas chicas como ella trabajando de modelos.
Lo que nunca sabrá (aunque lo sospeche) es que su padre le ha vendido por una cantidad para nosotros irrisoria que quizás le sirve al resto de familia para comer el próximo mes y lo que es mejor aún, tiene una boca menos que alimentar. Hope además, tiene un ojo mas pequeño que el otro y es de difícil casar.
En un ritual que los blancos no logramos entender, le hacen jurar a la chica que no dirá nada de lo que verá y sabrá a partir de ahora; que siempre estará en deuda con esa gente que le va a ayudar a llegar a Europa; y si no, cosas terribles pueden llegar a pasarles a su familia, a su buen padre.
Cruza fronteras desde Nigeria hasta el Líbano. Dentro de furgones y camiones. De vez en cuando se espabila del narcótico que le dan para que no esté nerviosa, ni grite, ni llore; y encuentra a un compañero o compañera muerta a su lado que no ha sobrevivido al calor, la sed o el hambre que hay en la oscuridad de las cabinas de transporte. A veces son desconocidos, a veces son vecinos de su aldea. Se habla poco o nada con los demás.
En el Líbano vive paciente en un campamento de chabolas de cientos de personas esperando su momento. Allí se enamora y hace el amor por primera vez.
Una noche vienen a despertarla, sabe que es su momento, coge una bolsa de plástico en la que tiene alguna que otra pertenencia y parte en la noche hacia la playa.
Por el camino unos policías se cobran el peaje de su cuerpo, pero eso es lo de menos. Ya está muy cerca y encima esa buena gente que procura por su meta le han regalado un móvil con el que ponerse en contacto con un “familiar” en tierra firme.
Sube en la balsa con unas 80 personas, más o menos. No puede saberlo. Una chica más joven que ella, justo en el momento de partir, grita muerta de miedo presintiendo la muerte, el capataz de la patera le pone un machete en el cuello y deja muy claro al grupo que no está para contratiempos.
El mar es aterrador en la noche. (Esto es lo que más destacan cada una de las personas que narran su viaje migratorio).
La segunda noche en la mar, la barca vuelca, Hope consigue no morir ahogada asida a un salvavidas que no le había tocado a ella. La encuentran a la deriva con medio cuerpo quemado por el salitre y el sol. Tendrá esas cicatrices de por vida junto a muchas otras.
La llevan a un hospital de Beirut y allí se permite llorar durante horas. Le dicen que ha perdido el bebé del que estaba embarazada.
Vuelve a la casilla de salida, a esperar su turno de nuevo.
Esta vez llegará a tierra prometida. Europa es gris y sucia. Desde Italia distribuyen a las niñas donde pueden dar más rendimiento, donde la demanda es más insaciable y menos perseguida.
A ella la envían a Barcelona. Su destino es ser puta en una ciudad de puteros.
Tienen mucho trabajo y “su tía”, así le llama ella y todas las demás, le pega gritándole fea ya que ella no consigue clientes.
Una noche escucha como las chicas nerviosas se van diciendo entre dientes “cuidado, son policías secretas”. Hope es muy lista y haciéndose la tonta se aproxima al coche y dice las palabras más valientes que formulará en toda su vida:
– Soy menor, ¡ayudadme!
Anna Cano